El humanitarismo entendido como ideología exclusiva y excluyente -y, por ello mismo, antihumana- ha infeccionado las más altas esferas de la Unión Europea y de la ONU. Estas dos poderosas organizaciones supra estatales se han convertido en los centros de irradiación de un nuevo totalitarismo que, por sutil y “buenista”, resulta mucho más peligroso que los hasta ahora conocidos. Eugenia Rocella y Eugenia Scaraffia, dos prestigiosas historiadoras y periodistas italianas, han escrito conjuntamente Contra el cristianismo, uno de los libros de investigación más reveladores de los últimos tiempos.
Redacción cultura - 27-09-08
ONU y UE, a debate
Circula en los medios de comunicación una especie de leyenda rosa, según la cual todo lo que hace referencia a la actividad de organismos internacionales como la ONU y la Unión Europea reviste un valor positivo. Es así que se leen o sienten frases de este estilo: «Europa nos mira, nos juzga», «busquemos no perder el tren de Europa», «no nos desdibujemos respecto a ella» y otras tantas similares. Lo mismo sucede en lo que se refiere a la ONU: para la televisión y los diarios, en cada situación de crisis internacional, de hecho se espera una resolución o bien el arribo de los llamados cascos azules, como si ello constituye la solución de todo mal. Todos están dispuestos a cooperar con ciega confianza para las recolecciones de fondos promovidos por sus organismos, etc.
Por el contrario, poco o nada se sabe de lo que realmente sucede en los miles de organismos que dependen de la ONU y de la UE, o que obtienen de ambas sus propios financiamientos y, sobre todo, se ignora en general el contenido de los cada vez más numerosos documentos de naturaleza jurídica (declaraciones, directivas, discusiones, congresos internacionales) que tales instituciones publican en forma continua.
En rigor de verdad, se trata de una realidad de la máxima importancia. En efecto, la ONU y la UE administran recursos económicos que, muchas veces, superan el balance de Estados enteros, por eso están en condiciones de condicionar la vida interna de muchas naciones, subordinando el mantenimiento de las ayudas internacionales al cumplimiento de medidas dictadas por ellas. Ahora bien, apenas se examina un poco más en detalle, aparece evidente como la ONU y la UE no son instituciones, por así decir, neutras, inspiradas a lo sumo por un vago humanitarismo, sino verdadera y propiamente dispositivos ideológicos al servicio de una política de la que es difícil definir la naturaleza, si nos basamos en los habituales esquemas parlamentarios.
El libro que presentamos está precisamente dedicado a analizar ambos organismos. Sus autoras son Eugenia Roccella, periodista y exponente del movimiento feminista en los años 70, y Lucetta Scaraffia, docente de historia contemporánea en la Universidad de Roma. Concluye el ensayo con un apéndice histórico y bio-bibliográfico sobre temas y personas mencionadas en el texto, a cargo de Assuntina Morresi, investigadora en la Universidad de Perugia.
En el interior de la ONU y de la UE
Según las autoras, en el interior de la ONU y de la UE y, junto con ellas, en el vasto universo de los organismos que dependen de ambas o que colaboran con ellas (instituciones internacionales, ONGs, fundaciones más o menos conocidas), se ha afirmado con el correr de los años una ideología que ha modificado profundamente la noción de los derechos del hombre de los que ellas, por el contrario, deberían inspirarse. En efecto, su noción de derecho fundado sobre la naturaleza del hombre que, por lo demás, nace antes que nada del buen sentido común, ha sido sustituida por otra noción de tipo eugénesico y anti-natalista. Ésta última nace de una combinación de varios hilos de pensamiento: la crítica estructuralista al concepto de naturaleza humana inmutable; preocupaciones seudo-científicas sobre la llamada bomba demográfica y los miedos que derivan respecto a las condiciones de vida del planeta y, por último, un cierto feminismo radical. A partir de todo esto deriva aquello que es una verdadera y propia obsesión de los organismos internacionales examinados, a favor de todo tipo de control de la natalidad, para lo cual se erogan conspicuos financiamientos a todos los Estados que introducen todo tipo de práctica antinatalista: el uso de anticonceptivos, la esterilización y, por último, el aborto. Todo esto hasta considerar no confiables a naciones, por ejemplo Polonia, porque todavía no está alineada con el resto del mundo en la legislación en materia de aborto, mientras que por el contrario se pasan por alto las violaciones más significativas de los derechos de la mujer, como por ejemplo la de los países islámicos. Emblemático es también el caso de Irán, donde el ayatollah Khomeini, con un pronunciamento teológico (fatwa) a favor de la llamada píldora, obtiene ríos de dinero. Totalmente lógicas entonces las consecuencias de esta ideología, inclusive en lo que se refiere a la eugenesia y a la eutanasia, favoreciendo toda práctica directa para... liberar a la humanidad de la carga de sujetos no queridos porque son incapaces. Por último, siempre como ulterior consecuencia lógica, la noción de la práctica sexual en una perspectiva puramente erótica, escindida de todo fin procreativo. En consecuencia, no es difícil comprender como, inevitablemente, este modo de visualizar el sexo termina también justificando el uso no recreativo por excelencia: el homosexual.
He aquí explicada la profunda y radical hostilidad que se respira en los organismos internacionales contra la Santa Sede y Estados Unidos, cuanto menos cuando ambos ˆcon la presidencia de Reagan en los años ´80 y, luego, de nuevo con la presidencia actual- han adoptado políticas decididamente hostil al aborto y a la eugenesia. Y he aquí también el motivo por el cual, cuando por ejemplo Estados Unidos ha cortado conspicuos financiamientos a las ONGs que incentivan políticas abortivas, la UE ha acudido inmediatamente en su auxilio, reintegrando los fondos que han comenzado a faltar.
Inevitablemente también son pocas las voces que, con ocasión de este género de debates, se han elevado para recordar que hay otros derechos de la mujer en el mundo (por ejemplo, los de una real asistencia durante el embarazo y, sobre todo, los de una maternidad tutelada) que han quedado privados de toda mínima resonancia en los recintos y, más todavía, en el interior de los pesados aparatos burocráticos que gestionan verdaderamente la política de los dos organismos: la Onu y la Ue.
Estas referencias apenas indicadas reflejan solamente algunas de las ideas que se encuentran en el interesante libro de las dos autoras que tiene el valor adicional de ser, si no estamos equivocados, el primero en Italia en descorrer el velo sobre la cortina de los diestros silencios creados en torno a la política de estos dos organismos internacionales.
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