AMALIA F. LÉRIDA / SEVILLA / ABC
Un grupo de voluntarios de Derecho a Vivir entregaron ayer al alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, después de manifestarse en la puerta del Ayuntamiento con una pancarta en la que se leía que «para ser gay hace falta nacer», una carta en la que le piden que ponga una balconera alusiva a este colectivo contrario al aborto como ya ya hecho con el «lobby gay».
En la misiva, acompañada por la propia balconera, le dicen al alcalde que «mientras usted organiza y paga con nuestros impuestos fiestas para los gays, los sevillanos se echan a la calle a defender la vida por iniciativa propia, sin ayudas gubernamentales».
«Las organizaciones provida —sigue la carta— reparten leche y pañales para los bebés que usted nos insta a abortar». Después le piden que dé un paso adelante por Sevilla, por la vida y por la maternidad «pues el pasado 7 de marzo ya lo hicieron más de once mil personas frente a las puertas del Ayuntamiento, y que no mire hacia otro lado».
Seguidamente, le solicitan que muestre algún símbolo que represente el sentir de la ciudad, y le recuerdan que las leyes están para defender y proteger los valores, derechos y principios fundamentales de los ciudadanos, no para atender los caprichos de los políticos de turno».
Derecho a Vivir es una organización en defensa de la mujer y la maternidad que denuncia las políticas pro abortistas y los escasos o nulos recursos que se dedican a ayudar a la mujer que se encuentra en la tesitura de abortar.
Entre los argumentos de Derecho a Vivir se encuentra la garantía científica de que la nueva vida aparece desde el momento de la concepción. También alude al sufrimiento de la mujer y a un fenómeno silenciado como es el Síndrome Postaborto pues parafraseando al doctor John C. Wilke «es más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento». No se queda atrás la psiquiatra canadiense Susan Standford que ha relatado su propia experiencia con ese síndrome y sus tres fases: «Desasosiego y tristeza; se revive continuamente el momento traumatizante del aborto de un modo muy profundo; y, finalmente, una gran depresión». Por último, este colectivo hace hincapié en el impacto económico del aborto, un negocio que mueve 40 millones de euros al año en España».
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