Lo hemos visto con dos noticias publicadas en Infocatólica: El anuncio del conocido actor provida Eduardo Verastegui de que se construirá la “clínica de la mujer” más grande de EEUU y la decisión del Supremo estadounidense de negar un recurso contra los gaymonios en el Distrito de Columbia sin justificación alguna. La batalla se libra en EEUU, ese país que hoy gobierna Barack Obama. Un presidente cuanto menos ambiguo en temas religiosos, pero que parece extrañamente decidido a seguir los pasos de otros líderes en ingeniería social.
Cualquiera que haya disfrutado del documental Blood Money en nuestras salas de cine, sabe que ser pro vida en EEUU es jugársela. Uno se la juega contra una internacional abortista (qué manía tienen de fundar “internacionales” esa gentuza…) con orígenes tan explícitamente racistas como los de Planned Parenthood. Una auténtica institución en cuanto se refiere a la promoción de los “controles de natalidad” y perpetrar homicidios de nasciturus en masa, privilegiando en este “apostolado” a los ghettos y barrios más pobres del país norteamericano. Vamos, donde habitan negros e hispanos, que son el principal “target” de Planned Parenthood.
Desde 1973, a raíz del Caso Roe vs. Wade, el Supremo de EEUU no garantiza la protección al nasciturus en EEUU. Huelga decir que cantidad de países (España en 1985) han seguido el camino fijado.
Desde entonces, ningún presidente de EEUU, ni siquiera Ronald Reagan (que aborrecía esta decisión del Supremo), ha puesto en obra una rectificación. La nación más poderosa del mundo, y a priori modelo de democracia nunca votó ni en referendum ni en su Congreso la regularización del aborto. Legislaron los jueces. Y hasta hoy, nada ha cambiado, sino que ha ido a peor.
Por eso, es de agradecer iniciativas como las de Verastegui, que cumplen eso de “la verdad os hará libres” ya que nadie, si se le explica lo que de verdad supone pasar por un aborto a una mujer, y se le presentan “soluciones” a lo que en ese momento se percibe como un “problema”, pasaría por un aborto.
Ahora que arrecia además la polémica por la adopción de algunos estados (entre otros el distrito capitolino de EEUU) del gaymonio, el Tribunal Supremo vuelve a fallar a sus conciudadanos al negar un recurso presentado por un pastor de Maryland, que tampoco habían estimado los tribunales del DC. El mensaje es claro: “si te opones a esto en Estados Unidos, tu único derecho es a permanecer en silencio”. Y solo cabe esta interpretación porque el Supremo no ha tenido a bien ni siquiera argumentar su decisión, algo que me parece lamentable, pero que, legalmente, no tiene que hacer, ya que ni siquiera admite a trámite el caso. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio, vaya.
La batalla está ahí, y nuestros obispos en EEUU tienen que estar preparados para librarla, e incentivar que la sociedad civil se movilice contra esta barbarie -algo que no todos han hecho-. Sé que no todo el panorama es halagüeño, que un obispo que ha bendecido la figura de Ted Kennedy en su funeral, de poco va a servir, o universidades “católicas” como Notre Dame, rindiendo pleitesía al presidente Obama, pero la suerte que tenemos es que ese país cuenta con muchos obispos, que muchos fieles están cada vez más concienciado de que les están intentando cambiar el país donde viven, y que los conservadores -católicos y no- ven cada vez más en la Iglesia un gran aliado en cuestiones morales.
Con el liderazgo de la conferencia episcopal norteamericana que ha asumido el Arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, creo que las cosas se irán enderezando y que, desde luego, es hora de que los católicos volvamos a ser tenidos en cuenta en EEUU por las razones adecuadas.
+Pax et Bonum+
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